28 de noviembre de 2010

Seguimos volando

Sonido de pasos que rompen la oscuridad.
Un ritmo lento. Fuerte.
La calle está sin luz, hace tiempo que se la llevó la Noche.
Noche, que es refugio de los que son nada, y de los que ansiarían serlo. Inspiración de poetas e insomnio de unos cuantos.
Las farolas tristemente podían ahuyentar el pesado velo que cubría las esquinas.
Y ahí estaba aquello, flotando en el aire, mas no inerte, sino con vida. Era una polilla, y estaba volando.
Volando. Siempre hacia la luz...
Hasta que mueren abrasadas, crepitando en una sorda llamarada, consumidos sus cuerpos por el intenso calor.
Dicen que esta conducta tiene su raíz en que usan la Luna para guiarse en la oscuridad...
Un final lógico. Con tantas nubes de sulfuro y anhídridos, el satélite no era visible mas que en contadas noches...
Los focos habían tomado su lugar.
Agilizó el paso, pues el aliento de la madrugada helaría hasta el propio Infierno aquella noche. De hecho, poco distaba aquello del Tártalo, excluyendo la meteorología.
Tenía que dejar de pensar esas cosas, se dijo.
Sería por su oficio, que le impulsaba a ello.
Y es que no era fácil ser la Muerte en una ciudad como aquella.
No era la vieja parca, envuelta en una raída túnica, y portadora de la guadaña que segaría las almas de miles. No.
Eso era en los viejos tiempos.
Ahora la muerte tenía mil caras, vivía mil vidas.
Y es que si la humanidad prolifera, la Naturaleza se encarga de mantener el equilibrio.
Así lo veía él, al menos. Él era la Muerte, en toda su acepción, pues desde hacía ya años que su trabajo era uno: el comercio con acero, aluminio, PVC y plomo. Dicho así parecería casi fontanero, de no ser por el lustroso maletín repleto de billetes. Acababa de vender un cargamento de armas, y estas se dirigían a cualquier lugar.
En cualquier lugar, citado sitio donde ya han llegado las armas, un niño empuña una AK-47. El orgullo de la vieja Unión Soviética, la Kalashnikov, imposible de encasquillar, rápida... Mortal.
La guerra, herida abierta desde hace milenios en una agonizante humanidad, sigue tragándose miles de víctimas. Mientras la Muerte, con su reconstruida imagen, utiliza su dinero para comprar acciones en Wall Street.
Y, así, el mundo sigue girando.
Las cosas siguen funcionando.
Seguimos volando.
Hacia una farola.
El siguiente paso, es el lógico, una vez más.

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